11.17.2007

So-corro (o días de aventura sobre el pavimento).

Y después de 1 año de clases de flamenco, de tres meses como pianista fracasada, de como 1 mes de práctica de aikido, y otros tres meses de spining, por fin ha llegado el turno del atletismo ¡cuidado Ana Guevara! Después de mi viaje épico (casi Ulístico) a las misteriosas tierras del norte, me di cuenta de que necesitaba bajarle a las horas nalga y mover lo que quedara de ellas, necesitaba ejercitarme para que al menos de viejita pudiera decir que tal o cual achaque era por una cicatriz de guerra, jejeje, oh vanidad tu nombre es Jetza.

La decisión fue correr. Debo admitirlo, correr es aburrido, aburrido como ningún otro deporte, pero tiene ventajas interesantes como: no necesitar de un gimnasio donde las señoras se la pasan hablando de las calorías que comieron en el día y de lo terrible que son las llantitas, y lo más importante, que no hay que pagar ese gimnasio, algo muy importante para mi economía. Así que rompí el cochinito, compré unos tenis y comencé a trotar, y para no morir en el intento, busqué modillos de hacerlo divertido.

Después de 4 meses, hice mi debut deportivo en la carrera de 10K en Nike, y orgullosamente puedo decir que logré trotar esos 10 km ¡sin detenerme! como Forest Gump pero sin barba. Primeramente estaba muy renuente ha competir en esa carrera, digo, después de leer ese libro de No-Logo pues yo no quería ser más cerda-capitalista de lo que ya soy ¡ja! Y en segundo lugar, 10 km es una distancia considerable cuando en tu vida no has corrido ni siquiera a las tortillas sin echar el bofe y el pulmón, pero finalmente me decidí, y lo hice, pagué mi cuota de inscripción y me armé de valor.


La carrera fue divertidísima, una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Llegué el Domingo con mi playerita azul drai-fit, mi pants negro y mi paliacate del mejor equipo para correr, el de los No-corredores-que-corren, porque como dice la propaganda: si la última vez que corriste fue para tomar el autobús, este es tu equipo y sí, el equipo del caracolito era mi tim. Obviamente, a la hora de la salida, fuimos los últimos (mucho ayuda el que no estorba), y claro que como de costumbre, se me hizo tarde, así que salimos hasta la cola de la cola, digo éramos casi 27 000 personas listas pa’ enfilarse en reforma, y yo me sentía como en la marcha del orgullo lésbico-gay, la cual también es divertidísima, y era algo a lo que no se le veía el principio ni le fin.




Estar hasta atrás, tuvo sus ventajas, vimos todo tipo de gente que corre, gorditos, flaquitos, personas en muletas, mamases y papases con carriolas, caninos con sus dueños, chicos con máscaras de luchadores o disfrazados de rockers, chicas que van a derrochar figura y distraen a los pizpiretos caballeros, abuelitos y abuelitas, señoras que se parecen a la tamalera de la esquina y señores que se parecen a tu jefe, amorosos agarrados de la mano, grupos de amigos y todos con un solo objetivo: cruzar esa meta al final, pero muy al final de Reforma. Los primeros kilómetros fueron animados por banditas, y todos íbamos bien contentotes, esquivando, haciendo súper rebases, o dejándose llevar por una corriente inexplicable, echando porras y platicando, y ese era el espíritu de correr, empezar a moverse y dejarse llevar, después tomar el ritmo y darse cuenta de que era divertido, no pensar en ser el primero, eso se lo dejo al Sr. Luis Barrios, sino disfrutar el recorrido, digo uno no siempre tiene Reforma despejadito para uno, es más ni siquiera conocía el Bosque de Chapultepec, conocía el Zoológico y algunos museos, pero esos 5 km de adoquines mortales, fueron algo nuevo para mi.




Y sin saberlo, sin notarlo, ya llevábamos más de 75% del recorrido ¡uju! Ya estamos más pa’llá que pa’cá, ya casi lo logramos, y de repente, como caída del cielo una bajadita, pfff, te inclinas hacia enfrente y la gravedad hace lo suyo, qué zancadas, cómo corremos, somos rudos, somos chidos y para reafirmarlo, la organización de Nike nos da un regalo, en las bocinas del trayecto comienza la canción famosísima de Rocky: ‘Eye of Tigre’, yeah, sí, somos héroes más allá de las barreras físicas de los simples mundanos, somos dioses en el kilómetro 7.6, somos un milagro, nada nos detiene, salvo… salvo… la pendiente de 30º y 30 mts que se perfila frente a nosotros, ja! Y de repente ya no soy Rocky, bueno si soy Rocky, pero en la 5!! Por suerte cargué la Eveready toda la noche y llevo pila, mis piernas responden y comienzo a correr más rápido, solo necesito un cierre de 2 km, ya casi lo logro, si un spleen y seré una o-diosa, eso pienso, mis piernas son como las del correcaminos de los Looney-Toons y solo hago beap-beap, jeje, y justo para compensar el tiempo ganado, un taponzote se hace antes de la meta, plop! Las ilusiones de miles de pasar corriendo por la meta con las manos en V de victoria, se han frustrado, y tenemos que conformarnos con atravesarla caminado. Obviamente Madrazo llegó primero que nosotros y él si pudo disfrutar de su triunfo sin igual, pero bueno, quien nace pa’ maceta del corredor no pasa. Pasamos la meta con alegría, con sudor en la frente, con todo lo que somos y en ese momento, no eres tu ropa, ni tus estudios, ni el hijo ni el conocido de un funcionario, eres más humano de lo que imaginas y ese el logro más grande y real que puedes obtener.

Al finalizar, un rico concierto de Instituto Mexicano del Sonido, con invitados de Los Dynamites, de Fobia, de Café Tacuba, y otros, Maria Daniela y su voz chistosita, divertidísimo, y no puedo decir que animadísimo, de hecho es el concierto menos prendido en el que he estado, pero era normal, acabábamos de correr 10 km y solo pensábamos en comer unos chilaquiles verdes con un juguito de naranja… yo si estaba prendidísima, y me di cuenta de que al contrario de mucha gente no había dado todo, no estaba a punto de un ataque, ni de un infarto y todavía estaba con pila de seguir el día, eso me hizo sentir un poco ‘fuera’ del grupo, y aunque era fácil perder identidad entre 27 000 personas y pensar que eres uno más, te das cuenta de que cada quien tenía un motivo muy personal para atravesar esa meta, había 27 000 razones diferentes para correr, porque pese a ser casi las mismas, cada una tenía su contexto, y todo eso se mezclaba en el aire dando la sensación de grandeza más modesta que he presenciado.



Al otro día verifiqué mi carrera y me emocioné, no hice menos de mi tiempo estimado, pero no hice más. Estoy muy emocionada y tal vez me inscribo a otra carrera de 10 km para diciembre, mientras tanto seguiré corriendo, que el vicio es lo único que me queda. Ah! eso, y mi medalla, mi playera, y el hastio de mi familia y mis amigos por oir la misma historia mil y una veces.




Reportando desde las rutas del pavimento, la Srita. SoCorro.

2 comentarios:

Cesar dijo...

Hola Jetza, siempre es bueno tener aficiones nuevas y diferentes a aquellas por los cuales nos pagan (aunque nos gusten) lo bueno de correr es que es muy barato. El tiempo de recorrido es secundario al fin el objetivo era terminar en una sola pieza y creo que terminaste mucho mejor que yo.

Anónimo dijo...

Hallo Jetza, gracias a que realmente explicas esto de correr como algo divertido me entraron las ganas de correr. Llevo cuatro meses haciendo mis pininos y la neta pos si me he divertido.
Como tu dices, esas 27,000 razones por correr la carrera fue lo que la hizo una carrera especial, y tu fuiste mi empujón para comenzar en estos obscuros deseos de hacer ejercicio.
Gracias por tu espíritu tan alegre
Clos

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Chica semichilanga busca el sentido de la vida y la respuesta al secreto de la misma... con intentos fallidos