El olvido es sólo otro nombre para el caos: Jazz en constrution

Montreal, Canadá, 27 de Junio del 2007. Estamos a un día de que comience el tan famosísimo y afanado Festiva de Jazz de Montreal, las calles se han estado preparando para uno de los eventos más grandes de la ciudad y el ambiente a fiesta huele en cada esquina de la Plaza de las Artes, lugar donde gente de diferentes partes del mundo vendrá por una sola razón: amotonarse con sus semejantes, por amor a la música, el amor por ella y por la fascinación de descubrir su potencial en el aire alguna vez respiró Ray Charles. Por todos lados hay diversos escenarios que estan siendo ensamblados, pizarras con pintura fresca, ensayos del Desfile de Nueva Orleans, técnicos que suben y bajan, que van de derecha a izquierda y que hacen su labor en una organizada sinfonía de movimientos, sonidos, colores y elementos aparentemente caóticos. Es una gran fiesta que requiere una gran organización.

Como muchas buenas ideas, esta comenzó con la de un hombre al que le dijieron muchas veces que estaba loco, Alain Simard. Este sujeto un día llegó y dijo "quiero organizar un festival de jazz verdaderamente internacional que atraerá a millares de turistas americanos a Montreal", claro que todos se rieron y Simard tuvo que poner incluso de su bolsa durante los primeros años para poder solventar el festival. En la actualidad, se esperan más de 250 000 personas cada verano para el Festival de Jazz . Asi que dadas las cifras, seré humilde y diré que solo fui una más.

Las palabras me faltan para mencionar lo que ví, para describir el calor de un concierto bajo la fría lluvia de Montreal veraniega, para decir cuán luminosas eran las luces de la noche, o para repetir el barullo de centenares de personas que esperan oir un concierto. Soy una analfabeta.

Me dediqué a vagar por los conciertos públicos, en primer lugar por el dinero, pero en segunda voz, estaba que quería ver a la gente en un ambiente fuera de las butacas personalizadas y los espacios cerrados, quería conocer el eso que nos vuelve humanos aglutinados buscando el alimento para el alma, la conjunción del espacio físico delimitado por cuerpos expuestos a los elementos y el espíritu que busca alimento en donde los sentidos sabrán encontralo. Eso fue el festival de Jazz, magnánimo y nuevo, respirar y adsorber, beber y no tener sed... encontrar y valorar...

y tal vez algún día... regresar... ¿quién sabe?