9.25.2006

Alessandro Barico y Oceano mar

Todavía hoy, en las tierras de Carewall, relatan todos aquel viaje. Cada uno a su manera. Todo sin haberlo visto nunca. Pero no importa. No dejarán nunca de relatarlo. Para que nadie pueda olvidar lo hermoso que sería si, para cada mar que nos espera, hubiera un río para nosotros. Y alguien -un padre, un amor, alguien- capaz de cogernos de la mano y de encontrar ese río -imaginarlo, inventarlo- y de depositarnos sobre su corriente, con la ligereza de una sola palabra, adiós. Eso, en verdad, sería maravilloso. Sería dulce la vida, cualquier vida. Y las cosas no nos haría daño, sino que se acercarían traídas por la corriente, primero podríamos rozarlas y después tocarlas y sólo al final dejar que nos tocaran. Dejar que nos hirieran, incluso. Morir por ellas. No importa. Pero todo sería, por fin, humano. Bastaría la fantasía de alguien -un amor, alguien. Él sabría inventar un camino, aquí, en medio de este silencio, de esta tierra que no quiere hablar. Camino clemente, y hermoso. Un camino de aquí al mar.

Cioran...

Solo se es libre cuando se vive como si no se hubiera nacido, como si, en la hipótesis de una elección anterior a la existencia, hubiésemos articulado un no inequívoco. Cuando nos hemos convencido del desastre que representa el nacimiento, toda espera es una espera sin objeto. "El fin está en el comienzo y sin embargo, continuamos" dice Hamm. Como él, Vladimir y Estagón no esperan nada ni a nadie: para ellos no vendrá nadie, nadie ha venido nunca. Incapaces de aceptar la calamidad de haber nacido, no saben por qué están aquí


Fragmento. Un Infierno Milagroso. E.M. Cioran




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Virtudes y Desaciertos

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Chica semichilanga busca el sentido de la vida y la respuesta al secreto de la misma... con intentos fallidos