4.01.2008

Julio Verne

Hace mucho, pero mucho tiempo que no me sentía tan bien leyendo un libro, de hecho, desde hace algún tiempo siento que leo como Sor Juana dice, para ignorar menos. Pero en estas vacaciones cayó en mis garritas De la Tierra a la Luna de Julio Verne y fue fantástico, era leer fluidamente y sin esfuerzo, y me sentía como cuando era niña y estaba leyendo el mejor libro de la historia: Dos años de vacaciones, también de Julio Verne. Es de imaginarse por qué un libro como Dos años de vacaciones era para la mi la neta, y las principales razones fueron porque se trata de unos chicos que salen de excursión marítima y naufragan, los más grandes del grupo tienen 15 o 16 años, se quedan en una isla desierta que es una maravilla tropical y aplican sus conocimientos científicos para sobrevivir e incluso forman una sociedad bien estructurada (primer requisito de la sobreviviencia humana, la organización). Y en segundo lugar, porque como su nombre lo dice, se chutan dos años en su aventura naufraga hasta que construyen un barquito improvisado para dejar la isla. Mi libro favorito cuando tenía once años.

Como sea, en cuanto comencé a leer la aventura del Barbicane y el Gun-Club para resolver las implicaciones de mandar un proyectil a la Luna, empecé a leer como en los viejos tiempos y era demasiado divertido, incluso podía dejar de ver la televisión para continuar leyendo, lo cual sí es un logro para mí, fue como volver a tener 10 años y divertirme mientras leía, fue increíble.

El secreto de este encanto es realmente culpa de Julio Verne, y es que Verne es un escritor ñoñísimo, pero ñoñísimo. Escribió libros de aventura, que implicaron problemas científicos no resueltos en su tiempo, y entonces, él mismo, empieza a dar razones para que sus personajes logren llegar a la Luna, cálculos descritos a detalle para que el Nautilus pueda sumergirse a grandes profundidades sin ser aplastado como mosca por la presión, construcciones de barcos aparentemente inservibles pero que respetan las leyes de Arquímedes y pueden mantenerse a flote. En sus libros, Verne es verdugo y defensor, menciona argumentos en pro y en contra, se clava en complicadísimas discusiones que seguramente muchos lectores no necesitaban, pero él las hace y transmite entre líneas su pasión por hacer probable lo que entonces era técnicamente imposible.

Por ejemplo, en De la Tierra a la Luna, el Gun-Club quiere mandar un proyectil a la Luna, no con fines bélicos, solo quieren lograr una proeza para mantenerse ocupado durante los tiempos de paz. Y las reuniones en donde planean cómo hacer el columbiad y el proyectil son qué para qué les cuento, llenas de detalles y argumentos disparados por todos lados. Para muestra basta un botón.

Al día siguiente los cuatro miembros del Gun-Club se sentaba ante nuevas montañas de sándwiches y un mar de té. La discusión comenzó sin preámbulo alguno.
− Mis queridos colegas –dijo Barbicane-, vamos a ocuparnos de la máquina de disparo. Aunque tengamos que darle proporciones gigantescas, la técnica vencerá todas las dificultades. El problema se presenta así: dar una velocidad inicial de 12 000 yardas a una bala de 180 pulgadas de diámetro y 20 000 libras de peso. Cuando un proyectil se lanza al espacio ¿qué sucede? Pues se halla solicitado por tres fuerzas independientes: la resistencia del medio, la atracción de la Tierra y la impulsión de que está animado. La resistencia del aire es poco importante, ya que la atmósfera solo tiene 40 millas de altura, y el proyectil las atraviesa en cinco segundos. La atracción de la Tierra disminuye en razón inversa del cuadrado de la distancia. Ocupémonos ahora de las dimensiones que hay que dar al cañón
.




¿Es o no es ñoño? Para mi Julio Verne es uno de los escritores más ñoños que hasta el momento he leído, y el hecho de que lea sus libros como enajenada hace que yo sea la persona más ñoña con la que he convivido.

2 comentarios:

Cesar dijo...

Lamentablemente no he tenido la oportunidad de leer a Verne y creo que lo voy hacer para tomar una dosis de imaginación (sobre todo la de un hombre visionario y que estuvo muy cerca en su predicciones del futuro) que creo que todos los que nos dedicamos a la ciencia necesitamos.

Así que en los próximos días asistiré a mi librería más cercana y me comprare un libro de Verne.

La Jetzucha dijo...

Uy!! Qué bien que le vas a dar la oportunidad a Don Julio (no al tequila, sino al escritor).

Lo que a mi me encanta de Verne como escritor de ciencia ficcion es que no imagina solamente, sino que propone con argumentos científicos, me cai que Conacyt si le hubiera aprovado sus proyectos. Jejeje, de hecho hubiera podido ser nuestro creador de 'proyectos sexys'

Gracias por seguir leyendo

Saludos

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Chica semichilanga busca el sentido de la vida y la respuesta al secreto de la misma... con intentos fallidos