6.13.2007

"Siempre viajero, nunca turista"

Y todo empieza con una idea, una táctica de lo que puede ser, un esbozo que no puede sino traducirse en un plan de escape… ¿escapar? ¿de qué? y lo más importante ¿de quién? No importa, nunca importará, porque ese no será el móvil, será siempre el viaje, el irse.

Sin embargo, mientras confecciono ésta idea, mientras anoto las fechas en una cuadricula de 4 por 7, mientras imagino lo que veré me doy cuenta de algo más grande. Pienso que, pase lo que pase, de alguna manera u otra, nuestra única forma (aparente) de ganar esta partida es teniendo un plan de viaje, de vida, de lo que sea, un plan…

Sí, todos lo necesitamos, y por consecuencia, todos debemos tener un plan, un as bajo la manga que nos permita ganar esta partida, o el juego cualquiera que estemos jugando o actuando (playing), no importa, lo que importa es ese brillo en los ojos, ese tintineo en los dientes, ese secreto de Monalisa en la comisura de los labios. Nadie puede prescindir de él, de la llave maestra de la vida… del por qué, del cómo, del cuando y tal vez, del con quién.

A corto plazo o largo plazo, concreto o listo para ser improvisado, grandioso o aparente pequeño, la forma no importa, lo importante es tenerlo, tener nuestra salida, tener algo que por un momento en la vida, sea nuestro, de nuestra invención y de nuestro ser…



Para comenzar, he cerrado los círculos abiertos. Me iré sin pendientes, pretendiendo que puedo empezar de cero por un instante (siempre una bella ilusión-alusión). He empacado y me despedido de lo que considero cercano, casi atrás del corazón. Esta vez, el viaje será el inicio, no me permitiré regresar igual, cambiaré, aunque sea apenas imperceptiblemente, aunque sea que sólo crezca 1 mm de altura o mi dedo gordo pese 1 gramo más, apenas lo mínimo será suficiente para decir un “ya no soy la misma”, jamás he sido siquiera “la misma”. Voltear y mirar que algo se aleja: eso es partir. Día cero, partiré-llegaré. Allá, siempre allá.





En la mochila llevo mapas (mi eterna obsesión de saber dónde se está y hacia dónde se va, porque el mundo necesita un orden), gomitas, lapiceros, hojas blancas, guías de viaje, pero el básico, el que guardé para este momento fue mi libro de Viajes con Heródoto de Ryszard Kapuscinski, un hombre que también marchó con un viajero a su lado…


…Al fin y al cabo, el viaje no comienza cuando nos ponemos en ruta ni acaba cuando alcanzamos el destino. En realidad empieza mucho antes y prácticamente no se acaba nunca porque la cinta de la memoria no deja de girar en nuestro interior por más tiempo que lleve nuestro cuerpo sin moverse de sitio. A fin de cuentas, lo que podríamos llamar “contagio de viaje” existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable…

2 comentarios:

Cesar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cesar dijo...

Precioso jetzucha, te deseo lo mejor en tu viaje, y que encuentres en el todo lo que buscas, aunque creo que eso ya lo lograste desde antes de entrar al avión.

Cuídate y se te extrañara

César


PD. Tu escrito estuvo muy bonito

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Chica semichilanga busca el sentido de la vida y la respuesta al secreto de la misma... con intentos fallidos