7.17.2006

Nihil obstat

El fuego. El fuego es uno de los elementos que se considera como purificadores, liberadores de las cadenas de lo simbólico, de la imagen y en consecuencia, debería ser de la idea. Y menciono debería porque hemos visto llamas que consumen personas, muebles, papeles y otras tantas cosas, sin que la idea que resguardaran haya muerto.

Al parecer, la conquista de cualquier pueblo empieza con un gran fuego. El éxito de la implantación de un nuevo sistema dependerá de la eficacia de los métodos para borrar el pasado o para matizarlo, y entonces poder sobreponer las nuevas reglas del juego. Consecuentemente, lo primero que arden son los libros porque como menciona Borges: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación. (Fuego primero).

Una vez establecidos este nuevo conjunto de principios morales, religiosos, políticos o sociales deben ser mantenidos; un método para lograrlo es prohibir la difusión de opiniones, escritos o imágenes que se consideren contrarios a éstos, en otras palabras, censurar. (Fuego segundo)

Un muy buen ejemplo de esto es, cuando uno quema las cartitas del ex pensando que así se irán las canalladas; sin embargo, es la Iglesia Católica quien tiene algunos casos para ejemplificar mejor lo mencionado

Para mediados del siglo XVI la Iglesia Católica se las estaba viendo de-a-peso con las ideas protestantes, por lo que, para 1564 el Concilio de Trento (un grupo de obispos bajo la autoridad del Papa) crea el Index librorum prohibitorum (Índice de los libros prohibidos), con el fin de controlar e informar cuáles libros no debían ser leídos y cuáles autores estaban prohibidos. Con una lista de más de 4000 títulos los católicos dieron inicio a uno de los espectáculos de mayor raiting de la época.

La Nueva España como buena colonia de España no escapó a la censura. España tenía sus propios índices de libros prohibidos que abarcan desde 1559 hasta 1790. El más importante de ellos es el realizado por Benito Arias Montano, que tiene la peculiaridad de introducir el ‘índice de expurgo’, que evitaba la condena total del libro abriendo la posibilidad de enmendar el texto. Ahora los libros prohibidos tenían tres destinos: 1) la hoguera, 2) el infiernillo, un librero protegido por varias llaves -ojalá descubiertos por un monje igual de guapo que Sean Conery, en El nombre de la rosa, y 3) una visita al expurgador quien los rayaba terriblemente y los pasaba al bibliotecario quien les ponía en la portada las leyendas auctor damnatus (autor condenado) y de prohibita cum expurgatorio permissa (obra prohibida pero con permiso del expurgatorio)


Algunos de los autores censurados fueron Erasmo Desiderio de Rótterdamm, Nicolás Maquiavelo, Miguel de Cervantes, Michel de Nostradamus, el barón de Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau y Denis Diderot, entre otros.

Cuando uno ve los libros expurgados, éstos contienen rayones terribles y mal hechos que pasan a destrozar la obra. Uno piensa que poca manera tuvo quien hizo esto, que era mejor haber alimentado la hoguera y dar al mundo unas llamas honorables que verse visto en calidad de ‘rayoneado’. Pero, si no hubiera existido el índice de expurgo (el cual además dependía del criterio del bibliotecario), jamás hubiéramos podido ver estos tomos, y tampoco nos hubieran narrado su historia, no sobre lo que tienen escrito sino sobre lo que no tienen; entonces el expurgo fue una posibilidad que tuvieron los libros para sobrevivir la Inquisición.



La burla más terrible fué que los libros sobrevivieron, la Inquisición no. La quema y el expurgo no bastó, la extinción no se dió. Pero de la misma manera en que la idea de ‘libertad de expresión’ es el estandarte de los libros prohibidos, la censura es la idea de la Inquisición que también ha sobrevivido.

En 1922, Ulises de James Joyce es destruida en Estados Unidos, Irlanda, Candá e Inglaterra. Siete años más tarde, Adiós a las armas de Ernest Hemingway es prohibida en Italia por su relato de la derrota del ejército italiano en Caporetto en la Primera Guerra Mundial. No olvidemos las grandes hogueras nazis. En 1934, la novela Trópico de Cáncer de Henri Miller es prohibida en Estados Unidos. En 1939, el libro de Fausto de Goethe no puede ser vendido en España. En 1959, la publicación de La Última tentación de Cristo de Nikos Kazantzakis provoca que la iglesia ortodoxa griega lo excomulgue. En 1988, el escritor indio Salman Rushdie publica la novela Versos satánicos, considerada blasfema por el mundo islámico, pesa sobre el escritor la sentencia de muerte. En 1991, El Evangelio según Jesucristo del autor portugués José Saramago es tachado por la Iglesia del Vaticano como blasfemia y contraria a los principios religiosos.

Al parecer, el mundo siempre se tratará de personas que te dirán qué leer y de qué manera, qué comer, qué decir, qué pensar, qué repetir, qué creer, etc., etc. Y aunque uno puede pensar de que no hay opción, la verdad es que siempre podremos elegir, lo que no nos gusta es la consecuencia de esa elección. No incito a tomar instrumentos de jardinería y hacer una revuelta, de hecho siempre me he considerado de las chicas más ‘tibias’ que pisan el territorio, lo que quiero mencionar es que finalmente uno tiene una opción (al menos en México). Uno puede ser libro de hoguera, de infiernillo, expurgado o simplemente no tocar el tema, ser un nihil obstat; la elección es finalmente nuestra, la responsabilidad por lo que pasará debe ser parte de decidir lo que queremos ser.


Escribiendo La Jetzucha





Nota: Para aquellos que pensaron que haría la mala puntada de hablar de mis vacaciones en mi blog, pos nel, aquí no pasará. Los datos cronológicos y las imágenes, provienen del folleto de la exposición de Libros Prohibidos de la biblioteca Palafoxiana.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

es la primera vez que pongo unos de estos comments... je no sé si acertadamente o no, la verdad nunca me he considerado muy culta o buena en eso de la redacción, no soy buena escogiendo libros, ni lectora aficionada de algún autor, es por eso que no había escrito algo, no creo poder ser una crítica para tí, sin embargo si puedo decir que a mi manera muy peculiar de ver el mundo, me ha gustado mucho este espacio tuyo, aunque sé, que estos escritos son más para tí, que pa cualquiera de estos mortales que lo leemos.... ja pero pues de todos modos es bueno que los compartas
te quiero mucho primaza!!! y te admiro igual!!!

La Jetzucha dijo...

Gracias por el esfuerzo sobrehumano, te quedó muy lindo...

Por acá andaremos espero un buen rato

(y no se que pasa con el mesenger que na'mas no jala)

ñojitzu dijo...

Chicuela!!!
Wow! Excelente post! Cuando sea grande quiero ser como usté, jeje. Peliagudo lo de las elecciones no es cierto, creo que la mayoría de nosotros somos medio gallinas y "sin obstaculos", es muy fácil vivir en la burbuja.

PD: Me encantó lo de quemar cartillas del ex, ja, como si así quemaramos el tiempo pasado la presencia y más, la ausencia.

Anónimo dijo...

Afortunadamente en nuestro tiempo gozamos de una mayor libertad de expresión y de lectura. Además creo que gente como tu y yo somos un grupo de privilegiado que tiene acceso a un medio tan rico y poderoso como el Internet.

Bueno también navegando por ahí, me encontré que el quijote fue expurgado por lo siguiente: de la segunda parte de la obra, capitulo 36 “las obras de caridad que se hacen floxamente, no tienen merito, ni valen nada” no aguantan nada los de la iglesia.

Sale pues jetzucha, este es mi humilde comentario.

La Jetzucha dijo...

Ciertamente muchos de nosotros preferimos vivir sin exponernos a los golpes, solo pasar. Si esto es un acto de cobardía o racionalidad, creo es tema de otro blog, je je je.

Ahora eso del expurgo del Quijote no me lo sabía (mmmmm), y ciertamente preferian cualquier obra de caridad que ninguna, la avaricia no tenía censura.

Ja ja ja.

Anónimo dijo...

Exactamente, si bien, gozamos de una mayor libertad de expresión y de lectura, no todos hacer uso de ella.

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