
El día que desarrollé esta teoría ante el capitán Nemo, me respondió con frialdad:
−La tierra no necesita nuevos continentes, sino nuevos hombres.
Ermitaño, genial, misántropo, apolíneo… esa es la imagen que tengo del capitán Nemo, uno de los mejores personajes de la literatura universal. Verne no escatimó en recursos y creo un ser digno de la ciencia ficción. Anti-héroe por excelencia.
−Además, el señor Nemo, que justifica muy bien su nombre latino, nos molesta tan poco como si no existiera.
Nemo es una palabra latina que significa nadie o no-man (algo que no puede traducir), y curiosamente el personaje de Verne lejos de no-ser-humano, mezcla en su crisol mas componentes humanas que muchos otros personajes, razones que lo han llevado a ser uno de las figuras más citadas de los tiempos. El Capitán Nemo tiene ese aire enigmático de un pasado poco descifrable, y eso es porque a lo largo del libro de 20 000 leguas de viaje submarino su historia es un misterio, y creo que ese fue el éxito del personaje: saber tan poco de él que sea que sea lo que imaginemos. Nemo pudo ser un genio despreciado por el sistema (o por una novia), un asesino serial reveindicado, un cura descepecionado, un policía federal en choque con el sistema corrupto, un hijo no-deseado, un taquero con broncas con hacienda... uy tantos ejemplos para citar... que fuese lo que fuese, todos nos identificamos con Nemo. Todos queremos ir a un lugar donde tenemos el poder vivir la vida bajo nuestras reglas.

Para Verne la creación de su personaje por excelencia, tampoco fue fácil. En el primer borrador el capitán Nemo era un noble polaco, con deseos vengativos por el asesinato de su familia durante la insurrección polaca de 1863-1864, odio puro hacia Rusia, sin embargo, su editor pues dijo que no le iba bien eso de hacer de El Malo al aliado de Francia, así que dejó la historia del capitán Nemo entre neblinas y la aclaró más tarde en la Isla Misteriosa.

El capitán Nemo era Indio, Príncipe de Dakar, hijo de un rajá del entonces independiente territorio de Bundelkund. Su padre lo mandó a Europa cuando tenía 10 años, con el propósito de recibir una educación completa en todos los aspectos y con la esperanza de que por estos talentos y conocimientos, pudiera un día tomar un papel de líder en levantar su muy degradado y amoral país a un nivel de las naciones de Europa.
En la rebelión de 1857 Nemo pierde a su familia y a su reino, entonces se dedica a la ciencia y desarrolla un avanzado submarino, el Nautilus. Para construirlo se vale del oro de un navío hundido que llevaba oro y desde entonces se dedica a combatir la injusticia, en especial la injusticia Imperialista y más específicamente, la injusticia Imperialista-Inglesa ¿hard feelings? Francia e Inglaterra best friends forever. No lo creo.
Es así como todas la imágenes del capitán Nemo en los libros ilustrados muestran a un hombre caucásico, como primeramente fuera descrito por Verne, y más tarde obtendremos esta versión India que es más palpable en el comic de La Liga Extraordinaria, donde irónicamente se vuelve un agente del gobierno Británico ¡plop!.

Esa no ha sido la única mutación del Capitán Nemo. Este personaje también inspiró un comic que pretendió ser una secuela del libro de Verne, llamado (ingeniosamente) Capitán Nemo. Este comic fue escrito por Jason DeAngelis, y el arte es de Aldin Viray (2006). Es el año 1893 y el tíranico Napoleón IV ha hecho de Francia un Imperio que se expande como verdolaga y solo un hombre con los pantalones bien puestos se atreve a hacerle frente, este osado mozo será el joven Capitán Nemo (hijo del originalísimo, siempre imitado y jamás igualado) a bordo del Nautilus II.
Los dibujos soy muy al estilo manga y si me preguntan, este Nemo dista mucho del papacin de macho alfa que es su papá, pero como sea, este es otra forma de ver al Capitán. Y por mas que lo veo y lo veo, Nemo tiene este sin número de facetas, estas mutaciones que no son sino apropiaciones del personaje, que finalmente no representan sino porciones de lo que a la vez nosotros somos: entes con un sin número de facetas. Porque la mente es fragmentaria, y fragmentos es lo que somos. Aprendemos en trozos, que ensablamos y luego jugamos a intercambiarlos, y somos tantos personajes como la situación lo permita, como el contexto lo requiera, como el fluir de los tiempos lo defina.